Autonomía y libertad de mujeres

Por Martha Patricia Castañeda Salgado**

Preámbulo

En el panorama actual, la movilidad espacial aparece como un atributo que marca la pertenencia de las personas al mundo globalizado. En apariencia, existen las condiciones apropiadas para que cualquiera transite por el mundo haciendo uso de su capacidad para decidir entre un conjunto de oportunidades de distinto orden (laborales, educativas, turísticas, etc.), que permiten a los individuos desarrollar sus habilidades en los contextos que resulten más favorables para ello. Por otra parte, los medios de transporte y los cambios de divisas parecen ser propicios para asegurar que esa movilidad esté garantizada en un marco de respeto al libre tránsito.

Sin embargo, la realidad es otra. Las profundas desigualdades que dividen a la humanidad a lo largo y ancho del planeta se expresan de formas tangibles en las características que adquieren las distintas modalidades de la movilidad espacial, delineadas con base en las causas y motivaciones que conducen a las personas a realizar recorridos cotidianos por los espacios conocidos, así como desplazamientos temporales o definitivos, por decisión propia o de manera forzada, de sus lugares de residencia habituales. De esta forma, la movilidad puede pasar de ser una rutina segura a una necesidad de sobrevivencia.

Una de las condiciones sociales que determina de forma directa la movilidad espacial es la sexo genérica. Con base en ella, hay grupos de personas que, por su condición de género, experimentan de formas radicalmente distintas las ubicaciones en el espacio, dependiendo de las posiciones que ocupen en las coordenadas espacio-temporales por encarnar categorías sociales definidas por y desde los poderes hegemónicos.

De acuerdo con estas consideraciones, me propongo exponer en las siguientes líneas algunas ideas referidas a la íntima relación que guarda la movilidad espacial con la autonomía de las mujeres y el despliegue de sus libertades.

Las mujeres y el derecho a la movilidad

A lo largo de varias décadas se ha discutido ampliamente el término “mujeres” desde distintas posturas feministas. En estas reflexiones partiré de considerar que se refiere a una categoría social heterogénea que requiere ser particularizada con base en las múltiples articulaciones que se establecen entre una condición sexo-genérica y el amplio conjunto de condiciones sociales constitutivas de sociedades clasistas, etnicistas, racistas y heteronormativas. En consecuencia, es una categoría tensional, en el sentido de que alude a un grupo genérico que está presente en todos los grupos sociales pero que, al mismo tiempo, ocupa posiciones inequitativas dentro del conjunto de categorías que reproducen la heterogeneidad, desigualdad, asimetría y diversidad de orden social, político, cultural, sexual e ideológico imperante en una sociedad y un momento histórico dados.

La movilidad espacial, por su parte, implica el ejercicio de derecho al desplazamiento y libre tránsito por cualquier territorio en cualquiera de sus escalas (local, nacional, internacional, rural, urbana) y características geoambientales (valle, montaña, desierto, etc.). También incluye la estancia temporal en espacios y lugares sin riesgos, que no reproduzcan condiciones que coloquen a las personas en posibilidades de vulnerabilidad. Supone el ejercicio de las capacidades corporales para el traslado, así como el acceso a medios y vías de transporte en las que se respete a las personas y sus corporalidades. Esto es posible en sociedades en las que todas y cada una de las personas ejercen su ciudadanía. También supone el conocimiento del espacio, pero en el caso de transitar por espacios desconocidos, supone el acceso a la información confiable que garantice el tránsito libre y seguro.

La movilidad espacial de las mujeres supone el ejercicio del conjunto de derechos ciudadanos que corresponden a una vida libre de violencia. Desde caminar hasta conducir vehículos o hacer uso de cualquiera de ellos, se trata de desplazarse, permanecer, ocupar y apropiarse de espacios y lugares a partir de su condición de género y su situación social particular sin correr riesgos, de ningún tipo, sin miedo a la violencia y con pleno respeto a su integridad personal.